*Dedicado al Dr. Miguel Ángel Zarco Neri (1941-2024)*.
Fue una fortuna encontrarnos en éste camino.
Gracias por todo.
Enseñar no es fácil. Transmitir conocimiento requiere de pasión, de amor por el saber.
Construir pensamiento lleva tiempo, trabajo. Admiración para todas y todos los docentes de todos los grados, desde la pre-primaria hasta los Doctorados, pero saben, quizá un poquito más a quienes con paciencia, dedicación y cuidado se encargan de lo que he llamado el _semillero_.
Las y los niños, los que van entrando a la vida; los pequeños que van saliendo de su hogar, de su núcleo más íntimo con su madre, padre y hermanas (os), o sus madres, o sus padres o cualquier combinación de la actualidad y son recibidos por sus maestras que les enseñarán conocimientos básicos para la vida y que si lo hacen con cariño tendrán el regalo de ver sus caras de asombro por lo que para ellos y ellas es novedad.
Cuánto nos ayudaría a los adultos ver con ojos nuevos lo ya conocido, siempre encontraríamos la diferencia y eso es muy valioso.
Claro, también cariño y admiración por todos los y las que acompañan en su caminar a los jóvenes de grados medios y los universitarios que podrán discernir de mejor manera si aprendieron bien en aquella infancia.
Luego vienen los adultos de posgrados que, si aceptamos que por mucho que sepamos, algo siempre nos faltará, mucho podremos seguir aprendiendo.
Padres, madres, apoyen a las y los maestros de sus hijas e hijos, así ellos sabrán del respeto y el agradecimiento por quienes tanto les han dado.
Y nosotras, Maestras y Maestros, respetemos las diferencias que existan con nuestras alumnas, alumnos. Construyamos pensamiento con cada una de ellas y ellos. Nos sorprenderá cuánto podremos aprender.
¡Mil felicidades!