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Dra. Lourdes Quiroga Etienne

Dra. Lourdes Quiroga Etienne

Trabaja a favor de la cultura y trabajarás en contra de la guerra

  • Lourdes Quiroga
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Entrevista clínica y psicometría

octubre 27, 2025 por Lourdes Quiroga

Presentación del libro: Entrevista clínica y psicometría

Entrevista clínica y psicometría

La elaboración y conclusión de un primer libro produce una emoción y una serie de sentimientos que difícilmente se pueden transmitir. Corrían los últimos años de la década de los 90´s del siglo pasado cuando yo realizaba estudios psicológicos con mucha frecuencia. Maestras, abogados, médicos, educadoras, psicólogas, psiquiatras, prefectas escolares, entre otras personas de distintas profesiones me enviaban pacientes para ser evaluados. Cuando terminaba los estudios (hechos a máquina y claro, siempre en papel y sin posibilidad de guardar nada, más allá de un juego de copias fotostáticas), los guardaba en el cajón de mi escritorio y listo, continuaba con el siguiente. Algún día, en aquellos tiempos, decidí poner orden en los cajones y deshacerme de lo que ya no tenía utilidad. Llegué a los estudios psicológicos, eran muchos y me dije: ¿Cómo voy a tirar todo este material clínico? No lo puedo hacer, es valioso, escribiré un libro. De inmediato le puse nombre, éste jamás cambió: Entrevista clínica y psicometría. Quería ser congruente con mi idea de que no se puede evaluar a ninguna persona sin tener unas cuantas entrevistas que me hablarán de él/ella y de su historia. 

Sabía que me enfrentaba a una tarea difícil y tarde en comenzar unos tres o cuatro años. Primero que nada, escogí los casos que quería presentar, pensé en el tipo de patología, edad, sexo, historias de vida y otras cosas. Cuando decidí quiénes serían, los aparté y me puse a pensar mucho tiempo cómo hacerlo, durante ciertos periodos incluso lo dejé en el olvido, pero solo momentáneamente porque la idea estaba en mi cabeza y algún día lo haría. 

¿Quién me va a publicar? Me preguntaba. Me llevé varios fiascos hasta que un día, en alguna presentación de un libro o una conferencia, conocí al que desde ese tiempo hasta la actualidad es director general de Gedisa, Alejandro González, hombre conocedor de todo lo relativo a editoriales y publicaciones. Al tiempo le llamé y le presenté mi idea. Me dio luz verde para comenzar. 

Como sabemos, la hoja en blanco hace enmudecer a casi cualquiera. Comencé pensando que tenía que proteger la identidad de mis pacientes. Hube de dedicar mucho tiempo a cambiar sus historias, estado civil, número de hijos, lugar de origen y residencia y así, muchas cosas. Todo tenía que coincidir; era importante que el nombre que yo ponía a cada paciente tuviera significado, que aludiera a su historia. Una vez con esto hecho, muchos meses después, pensé que lo primero que presentaría en el libro era la parte teórica ¿Cómo se hace la presentación de la elaboración de un estudio psicológico? Busqué información, expuse cada apartado y su contenido, expliqué por qué tenía que guardarse un orden específico, mencioné cuándo hay que entrevistar a padre, madre u otros familiares. Hablé de la importancia de la toma de notas, a diferencia de los procesos psicoterapéuticos en los cuales, tomar notas no tiene pertinencia porque nos distrae, nos quita de la atención libre y flotante que Freud tanto valoró y nos transmitió. Pero las pruebas psicológicas son otra cosa, hay que tener los datos claros y hasta donde es posible, los objetivos del paciente y quizá también de su familia; sus enfermedades durante la infancia, accidentes, cambios de forma de vida, número de hermanos, lugar de origen, lugar de residencia, motivos de los cambios de residencia, escolaridad… y tantas otras cosas; esto no puede quedar en la memoria del psicólogo, hay que anotarlo para después transcribirlo en el estudio. 

En la psicoterapia en cambio, las notas se deben tomar, si las necesitamos, después de la sesión, al terminar; Freud hacía este ejercicio y en sus trabajos técnicos así lo indica.

Lo que yo quería era fundamentar lo que estaba planteando en la clínica, la interpretación dinámica de las pruebas y avalarlas con lo que escuchaba – que no solo oía -, observaba, y no únicamente veía y además, lo que sentía. Estas tres características son fundamentales, centrales en el papel del psicólogo y la psicóloga, aunque no son las únicas.

En los tiempos en que escribí el libro y cuando al fin se publicó, ya había estudiado la maestría en psicoterapia psicoanalítica y el doctorado en clínica psicoanalítica. Debo decir que no escasearon las voces críticas que decían: “Pruebas psicológicas no son psicoanálisis, son actividades diferentes que no deben mezclarse; la psicóloga tiene una visión muy distinta de los problemas mentales, menos profunda que la de la psicoanalista; las pruebas psicológicas son psicología y en muchas formas la psicología es incluso contraria al psicoanálisis”. Claramente las colegas se referían al sujeto de la consciencia que atiende la psicología, su atención a la sintomatología y su remisión, a diferencia del psicoanálisis que tiene como sujeto al del inconsciente.

No quise librar muchas batallas, no tenía caso, mi razón para el libro era la siguiente: De entrada, como primera formación, soy psicóloga y me parece increíble; una fortuna encontrarme con el mundo de la psique humana; además, sigo siendo psicóloga hasta hoy; algunos parecen olvidarlo al cursar los posgrados ¿Por qué habrá quien casi quisiera negarlo, olvidarlo o considerarlo algo negativo? No sé; se es lo que uno es, así lo decidimos cuando elegimos carrera y yo considero que, aunque otros profesionales puedan acceder a posgrados en psicoterapia, los psicólogos y psicólogas tenemos las mejores bases para el desarrollo clínico, los demás pueden ser excelentes, pero es un poco más difícil para ellos porque no tienen esa primera formación. 

Además de lo anterior, yo consideraba una ventaja haber estudiado psicoanálisis, haber ido a supervisión y haber estado en psicoanálisis personal muchos años. Podía escuchar desde el vértice psicoanalítico a mis pacientes, observarlos de otra manera al elaborar las pruebas psicológicas y al hacer las entrevistas. Podía escuchar un lapsus, podía atender la construcción de una frase, tomaba en cuenta el estado emocional del paciente al entrar, al desarrollar las pruebas y al finalizar: Sus montos de ansiedad, su confianza o desconfianza, su resistencia, su cooperación, su suspicacia, su ánimo, sus contradicciones, sus preguntas y la intención con la que las hacía y muchos otros puntos. Me habían enseñado a observar y escuchar más allá de lo fenoménico y yo veía eso como una ventaja; también me habían enseñado que lo que se siente no se actúa, sino que se busca comprenderlo para saber más del paciente. Con estas convicciones, consideré que podría presentar un libro distinto y que no era tan importante escuchar las voces críticas y mucho menos detener mi proyecto por eso. 

En el ámbito del psicoanálisis, si bien es cierto que alguna vez Freud dijo: “No hay que confundir el cobre de la psicoterapia con el oro del psicoanálisis”, hoy, esas palabras denotan un acendrado narcisismo en quien las pronunciara. Mucho valor tiene la psicoterapia y quizá tendríamos que reconocer que hacemos más psicoterapia psicoanalítica que psicoanálisis prolongado y ortodoxo, en más ocasiones de las que desearíamos. Traído todo esto a la escritura de mi libro, no veo que se me haya quitado algo de psicoanalista por atreverme a hacer un libro de pruebas psicológicas.

Decía al principio que escribir un primer libro despierta emociones y sentimientos fuertes, da orgullo, satisfacción, alegría, pero también temor, cierta ansiedad. Una no puede dejar de preguntarse cómo será recibido ¿lo comprarán? ¿les parecerá bueno, serio, suficientemente técnico y explicativo?, las fantasías, preocupaciones y pensamientos me invadían sobre todo desde que se hizo la última entrega hasta que quedó impreso y lo vi por primera vez. Uno piensa en la portada, la imagen que se pondrá, la contraportada y el breve resumen que debe dejar claro al lector/lectora, de qué va el libro. Las dedicatorias, muchas cosas. En fin, esa es la breve historia subjetiva de mi primer libro, los demás tuvieron algo de esto, pero las cosas cambian un poco. 

Uno de los motivos más importantes por el que decidí hacer el libro, además de lo que ya he dicho sobre aprovechar el material clínico, fue que a mi me preocupaba y me sigue preocupando que no se tome con seriedad la práctica clínica, no importa si estamos haciendo orientación vocacional, pruebas de personalidad, inteligencia, organicidad o un proceso psicoterapéutico. Uno escucha frecuentemente – de voces que ignoran lo que es la psicología -, que es una carrera fácil, que es de mujeres porque son ellas, nosotras, las que atendemos la sensibilidad y damos consejos; porque cualquiera en realidad puede dar dichos consejos, porque bastaría con “echarle ganas” (nunca, jamás he sabido qué quiere decir la famosa y trillada frase), para no necesitar una psicóloga y que en realidad, al final de cuentas, es una “pseudocarrera” que no tiene fundamentación teórica, que es subjetiva y en la que uno puede hacer lo que quiera, sin tener que estudiar mucho, porque los sentimientos no se estudian, porque basta “desahogarse”, técnicamente diríamos, hacer catarsis, pero aunque esto sea importante, no es lo único, hay mucho más. Aluden estas voces que tanto ignoran, que en todo caso quien debe atender los trastornos mentales son los médicos psiquiatras. Esto es, parecen decir: “Basta de tonterías, basta de palabrería, si los animalitos no hablan, son buen ejemplo de que nosotros también podemos abandonar la palabra, ¡a callar!, a repartir Prozac para que todos seamos felices, a convencernos -aunque la realidad nos marque a diario lo contrario – que la voluntad asciende sobre las pasiones y que quien no logra esto es un ser débil y frágil que, en realidad, no tiene razón de ser”.

Entrevista clínica y psicometría

No hablaremos de todas las materias y conocimientos que requerimos para devenir psicólogas y psicólogos, además, estoy segura de que ustedes, psicólogos y psicólogas, lo saben y lo viven, solo tomaremos algunos puntos muy importantes. Uno de ellos, el método clínico.

El método clínico proviene del método científico, desde ahí ya podemos afirmar que hay reglas, porque toda ciencia las exige y que si bien la psicología, la psicoterapia y el psicoanálisis pueden estar cargados hacia la subjetividad – simplemente porque se ocupan del sujeto y específicamente del sujeto que habla – no por eso deja de ser una ciencia, que por supuesto, debemos tomar con seriedad. La clínica, en cualquiera de sus formas prácticas conlleva un método que debemos conocer y aplicar. Quiero decir que eso de que se puede interpretar una prueba proyectiva así nada más, sin conocimiento, sin estudio, es falso y abarata la psicología; no, no podemos decir lo que sea, nuestras conclusiones tienen que tener siempre asidero teórico. En nuestra ciencia, que como ya dijimos, no es una positivista y, además, no podría serlo porque cada individuo humano vive su propia vida y su historia a partir de su propia subjetividad, de su propia realidad psíquica, más allá de la realidad fáctica y a aquella es a la que hay que atender. Se atiende lo que es realidad para el paciente y no lo que debería ser, eso que lo vean los abogados. 

Quizá las pruebas proyectivas son por su subjetividad, las más complicadas de interpretar, pero por supuesto que se puede aprender y llegar a conclusiones lógicas que hablan de la conflictiva del paciente. Las pruebas de inteligencia se califican de forma más objetiva, incluso numérica, pero no se trata nada más de poner números y concluir con un: Superior o inferior al término medio. Hay que observar si su inteligencia es concreta o si es una persona más creativa. ¿En qué forma usa su inteligencia? No opera igual la inteligencia de un artista que de un contador, su creatividad ni su forma de razonar cursan de la misma manera. No piensa igual un abogado o un ingeniero, casi siempre objetivos y tomados del asidero de la racionalidad, a la de un psicoterapeuta o un psicoanalista que no puede lo abandonar la irracionalidad del inconsciente y sus leyes distintas a las de la consciencia. Esto solo por poner un ejemplo. Quiero decir que es necesario explicar y no solo describir; quiero decir que hay que explicar las contradicciones; contradicciones entre los resultados que podamos observar en las diferentes pruebas y las que observamos entre lo que la paciente dice y la elaboración de sus pruebas. Para describir sin mayor comprensión ni explicación, para eso sí, no se necesita estudiar mucho, solo se tendría que ver el resultado, copiar y pegar. 

Peor aún, se le pregunta a la Inteligencia artificial, que como dice un colega, es más artificial que inteligencia, y sin más ni más se confía en lo que dice y se avala algo de lo que no se tiene ni la menor idea. Hay que ser un tanto inteligente y conocedor hasta para usar la dichos IA.

Los neuropsicólogos deben saber del funcionamiento cerebral, no se trata solo de escribir los resultados que da un machote de las pruebas neuropsicológicas; si no tenemos la especialidad, no deberíamos atrevernos a hacerlas, pero, ¿saben?, nuestra ciencia ha sido un tanto ultrajada. Mucha gente piensa que bastan unos cuantos cursos para hacer psicoterapia, que puede evadir el esfuerzo que requiere aprender psicodiagnóstico, psicopatología o diagnóstico diferencial. Ese es otro tema que vamos a tocar porque alude a este libro. Digamos que ya tengo la sintomatología de cierto paciente, pero en cada uno se manifiesta de diferente manera y esto debo tomarlo en cuenta. Ahora, hay quien dice: “El paciente está triste”, disculpen, ese no es un psicodiagnóstico, es un estado de ánimo por el que es altamente probable que todos transitemos a diario, aunque sea durante un ratito del día. Diagnóstico es, por ejemplo, la depresión y tiene sus características distintas a las de la melancolía, que es el grado más alto de la depresión y el paciente puede llegar al suicidio; en la melancolía hay que trabajar con un psiquiatra, en conjunto, no necesariamente sería así en la depresión. Otro diagnóstico es el duelo, este es diferente a las anteriores, entre otras cosas, porque es la reacción dolorosa a una pérdida, y, por cierto, ¿es un duelo normal? ¿es complicado? ¿Qué define a cada uno? Nuevamente, son solo breves ejemplos con los que quiero transmitir que esto no es fácil y quien así lo crea, está equivocado.

Por eso también escribí este libro, para decir que hacer psicología, psicoterapia o aplicar pruebas psicológicas e interpretarlas requiere de estudio, dedicación, conocimiento, seriedad y postura ética.

Y para concluir esta parte, diré que es verdad que desde que iniciamos la carrera de psicología, se nos dice que la teoría está lejos de la práctica y que el momento de la realidad, en el que se tiene que poner en práctica lo aprendido, es muy distinto a las clases que se reciben en la universidad. Es verdad que es diferente teorizar que poner en práctica, pero en todo momento hay que recordar que una práctica no fundamentada en una teoría, nos aleja de una postura profesional y de conocimiento profundo y avalado epistemológicamente. Si alguien solo sabe aplicar pruebas y calificar, es un psicómetra, no un psicólogo, y está bien, pero si se es psicómetra, si alguien se quedó a nivel técnico, no debería interpretar porque llegará a conclusiones falsas y sin fundamentos. Un buen clínico se va haciendo, se va construyendo al tomar en cuenta detalles que para otros nada significan.

En mi libro, expongo ocho casos de pacientes con diferentes diagnósticos. Se presentan completos, con todas las secciones que se incluyeron en la parte teórica, que como les dije, es la primera. Esto con el fin de que el o la lectora quede con una idea lo más clara posible de cómo llevar a cabo una entrevista y el reporte psicológico. Todos los casos muestran la misma presentación, excepto uno, el de “Sigfrido”. En siete de ellos, la interpretación dinámica se hace en forma general, integrando los datos de todas las pruebas proyectivas y de autoconcepto, solo en “Sigfrido” se presenta la interpretación de cada prueba proyectiva, integrando al final del caso los rasgos, características y problemáticas principales del paciente. Esto tuvo como fin mostrar diferentes formas de presentación, ambas válidas.

Y así tenemos a Mario, Matilde, Isaías, Refugio, Renato, Fátima, Sigfrido y Abel. Cada una y uno con sus dramas internos, sus ansiedades, su celotipia, sus inhibiciones, su paranoia, su conducta antisocial, su depresión y sin sentido. Cada una y uno abriendo su mundo interno ante mí, buscando respuestas, queriendo salir, a veces de manera desesperada, de ese estado mental confuso y caótico que transformaba sus vidas. No tengo hoy, ni nunca más tuve noticias de ellos, después de que terminamos las pruebas, pero cuando los pienso, deseo que hayan podido encontrar el camino hacia lugares más vitales y en los que Eros pueda predominar. Les doy gracias por tantas enseñanzas y por haberme dado mucho, muchísimo, sin saberlo. 

Para una, un paciente no es un número, no es tampoco un cliente, como muchos lo quieren pensar, no es cliente porque eso suena a algo mercantil y por mucho, rebasamos algo así de básico, de menor. Con nuestras y nuestros pacientes hacemos vínculos íntimos, cercanos, no se trata de relaciones contractuales, no sería suficiente algo así, para la comprensión o el intento de comprensión del alma humana. Gracias a ellos y ellas esté libro se escribió, no hubiera podido existir si no es porque un día aparecieron conmigo, en mi consultorio, decididos a hablar de su sufrimiento mental y en búsqueda de liberarse de él, hasta donde esto es posible.

Este libro es una propuesta para los y las estudiantes de psicología e incluso de psicoterapia; y también para todos aquellos interesados en la aplicación de pruebas psicológicas, de la psicometría.

Y, por último, además de todo el rigor académico y científico con el que se debe trabajar, tal como se ha expresado a lo largo de esta presentación, nos encontramos con la obligación incuestionable de trabajar de manera ética – que no moral – en beneficio de nuestros pacientes, empezando por respetar su vida y sus decisiones, aún si no las compartimos. Vaya este libro a colaborar en una pequeña parte a la práctica de una psicología profesional, fundamentada y ética. 

Muchas gracias.

Referencia:

  1. Entrevista clínica y psicometría – Editorial Gedisa
  2. Entrevista clínica y psicometría – Amazon

Dra. Lourdes Quiroga Etienne

Psicóloga. Psicoterapeuta. Psicoanalista

Publicado en: Publicaciones

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