
La violencia está escondida en lugares inimaginables, por ejemplo, en el amor a dios. Si, es así, aunque se oiga mal, aunque pueda ofender, si no ¿Cómo es posible que el llamado Pueblo elegido de dios cometa un genocidio? ¿Cómo puede Netanyahu y sus cómplices segar la vida de miles de niños, jóvenes, mujeres y gente inocente para invadir un territorio que originalmente era de los árabes? Construyen una narrativa para convencer al mundo de que tienen razón, de que están finalmente matando al mal, a infieles que no comparten la verdadera religión, a humanos que para ellos no lo son, son solo cuerpos que cosifican para acabar con ellos sin sentimientos de culpa; aunque pensándolo bien ¿Qué culpa pueden sentir los asesinos? Y si la sintieran, sería culpa persecutoria, pero en realidad tampoco vivencian ese sentimiento estos poderosos, porque la justicia – tan poco justa – jamás llegará a ellos, y lo saben. No tienen nada que temer.
Increíble, ya Freud advertía en 1920, en su célebre y polémico texto Más allá del principio del placer que se hace activamente lo que se sufre pasivamente, y alude a la compulsión a la repetición que anuncia la pulsión de muerte. ¿No fueron los judíos las víctimas de los nazis y murieron por millones con un sufrimiento inenarrable en la Segunda Guerra Mundial? Y ahora, ¿Qué hacen ellos? Exactamente lo mismo contra un pueblo famélico, un pueblo pobre y desarmado; todo con el pretexto de acabar con Hamás que, por cierto, ellos cooperaron para su aparición y organización, como lo hicieron los norteamericanos con los Talibanes. Ponerlos en escena, utilizarlos, y cuando ya no son útiles, invadir y hacer la guerra para desaparecerlos.
Pero, peor aún, en el caso de Israel contra Gaza no podemos hablar de guerra sino de genocidio. Aluden los israelíes a que aquél 7 de octubre de 2023 Hamás atacó Israel. Dicho ataque lo podríamos dar por cierto de entrada, pero siempre hay que dudar porque ¿Cómo al Estado de Israel, – uno de los más protegidos del mundo con cámaras y tecnología en cada milímetro de su territorio – pudieron atacarlo por sorpresa y con éxito? Me recuerda al derribamiento de las Torres Gemelas de Nueva York. A Bush le anunciaron el atentado y él siguió en calma, escuchando la lectura de una pequeña en una escuela primaria, como si nada. ¿De verdad Irak o Afganistán atacaron las Torres? (ya no se sabe cuál de los dos, o los dos o ninguno, porque ellos mismos dieron información contradictoria, confiando en la escasa memoria o el desconocimiento de gente). ¿De verdad Hamás atacó Israel? O quizá, era necesario un pretexto para lograr su cometido y “hacer la tarea” para concretar sus fines: Acabar con el Estado palestino y construir un solo Estado, el de Israel.
Es que debemos pensar y problematizar; es necesario tener una actitud de duda ante lo aparentemente evidente. Tenemos que dudar y buscar comprender por qué algunas cosas se han convertido en incuestionables; hay que hacer visible lo que está próximo a nosotros, pero hay que reconocer que a veces, pocos se atreven a decir o señalar. Hay élites que quieren imponer un discurso común, una verdad, y se valdrán de lo que sea para lograrlo.
De ahí la importancia del discernimiento, proceso relevante del pensamiento que debe basarse en la observación de los fenómenos y acontecimientos; el discernimiento, claro está, no podrá ser totalmente objetivo porque se analiza y se concluye desde el propio vértice de valores y creencias. Pero no ser del todo objetivo, el hecho de que discernir conlleve subjetividad, no quiere decir que se pueda decir lo que sea, cualquier ocurrencia, se debe argumentar, tener conocimiento e información.
La iglesia pide a su feligresía no discernir, obedecer, y mientras más absurda la orden, más virtud del que la obedece; aquí no entra la racionalización, se obedece, nada más. La iglesia entonces, propone respuestas para dar solución a lo que desde lo religioso sería la voluntad de dios. Voluntad incuestionable y que, -nos dicen – no podemos comprender porque los humanos no somos capaces de entender la voluntad de la divinidad. Y así, el terreno queda listo para que las jerarquías, no importa si políticas o religiosas, puedan hacer lo que sea.
Y el mandamiento que dice: “No matarás”, bueno, lo acotan, no se debe matar a los buenos, a los fieles; no se mata la vida eterna. Al mal sí hay que matarlo y a todo hereje (árabe para el mundo judeo-cristiano), se le debe dar muerte. Entonces, estas guerras/genocidios se hacen finalmente en el nombre de dios.
Nosotros, frente a la violencia, más aún la violencia genocida, muchas veces nos quedamos sin palabras, cuando en realidad tendríamos que ponerle palabra. Hay que decir fuerte y claramente lo que hace un momento escribí aquí: En este genocidio se animaliza el cuerpo de las víctimas, porque han perdido la humanidad, ya que representan al mal por su herejía. Los asesinos no son tales, son en realidad héroes, creyentes defensores de su dios que acaban con el demonio que habitaba en ese cuerpo. Es casi un exorcismo. Acaban con el demonio que los poseyó. Por supuesto, no puede haber culpa ni piedad.
Como dice Hermann Bellinghausen en su artículo “Sin ojos en Gaza” (La Jornada, 18 agosto 2025): “No se puede pensar en Gaza, es impensable. Tampoco se puede dejar de pensar en Gaza, a riesgo de sucumbir a la indiferencia o indigestarse con la mentira Hasbará y sus aplicaciones prácticas”.
Hasbará significa explicación o aclaración en hebrero y se refiere a la comunicación de Israel para explicar sus políticas y su proceder y así, tratar de mantener una imagen favorable ante el mundo. En otras palabras, construir una narrativa convincente para todo aquel que quiera creerla, pero, sobre todo para el que no esté dispuesto a dudar ni a pensar.
Solo para terminar, podemos decir entonces que esta violencia guerrera, la divina, desde siempre fue valiosa y necesaria para los creyentes y su jerarquía ¿Por qué? Porque se trataba de una guerra celestial que buscaba (y busca) purificar con la sangre de los pecadores este mundo corrupto; para que Cristo, en su segunda venida encontrara un mundo mejor. Si, sé que los judíos no están esperando la venida de Cristo, pero sirve el ejemplo de los cristianos-católicos para comprender uno de los motivos de esta barbarie.
Referencias:
- Fotografía: Jaber Jehad Badwan – https://commons.wikimedia.org/
- Hermann Bellinghausen – Artículo “Sin ojos en Gaza” (La Jornada, 18 agosto 2025): https://www.jornada.com.mx/2025/08/18/opinion/a04a1cul
